AL NO PODER ABRAZAROS: UNA ORACIÓN
SIN PODER ABRAZAROS: UNA ORACIÓN
Son tiempos de incertidumbre, de fragilidad para los que el ser humano no parece preparado. Casi todo se explica desde el miedo o el fracaso. Vamos aprendiendo sobre la marcha. Nadie sabe en realidad, qué nos espera. Psicólogos y psiquiatras han advertido de que en casos terribles de catástrofes o en trance de calamidades universales, cuando desaparecen los seres queridos sin dejar rastro de su muerte, pueden producirse, especialmente en sus familiares más directos, neurosis obsesivo convulsivas, derivadas del choque tremendo producido por ausencias imprevistas y definitivas. Todos queremos, en fin, para los que amamos, una despedida -la imposible despedida, al menos, de estar a su lado y sentir cerca de nosotros el misterio de la muerte-; todos necesitamos un momento de compañía desoladora de los muertos.
Llevamos, y seguiremos llevando en el fondo de nuestras almas, las desgarradoras imágenes -ese escenario parecía hoy imposible- causadas por el coronavirus, muchas de las cuales -las primeras y más sobrecogedoras- las hemos ido percibiendo en dolorosa e importante instantaneidad. Han sido momentos tremendos, extraordinarios, en los que hemos asistido al desplome brutal de la realidad, a la transgresión de las normas, a la impotencia por hacerle frente, a la subversión impositiva del orden: la interrupción del ritmo, del trabajo y de la vida.