MAS VALE TARDE
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- Categoría: Opinión
- Publicado: Viernes, 03 Noviembre 2017 16:29
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Más vale tarde
La Fiscalía pide Busca y captura para Puigdemont y cuatro exconsejeros de la Generalitat fugados a Bruselas.
La juez dicta prisión provisional y sin fianza para Oriol Junqueras y siete exconsejeros. Vila bajo fianza de 50.000 euros.
Forcadell y los miembros de la mesa del Parlament con siete días para poner “sus barbas a remojar”.
Urge una seria reflexión sobre cómo es posible que hayamos podido llegar hasta aquí.
Con efecto retardado me incorporo a la actualidad con la intención de ponerme al día en el procedimiento, no de los hechos narrados casi con precisión si se repasan artículos anteriores. Mi retraso involuntario no va a necesitar esfuerzo extraordinario porque esta farsa, convertida ya en caricatura, se podría reconstruir recordando a Gila, rebobinando una historia de Berlanga o, salvando las distancias, con cualquier película de los Ozores. Ni siquiera la puesta en escena, pues si cómico resultaba el prólogo y esperpéntico el desarrollo, más estrafalario ha sido el epílogo. El globo se ha desinflado. En el primer amago han salido por patas y se han inventado un exilio. Difícil resultará el remedo para la historia real, los manipuladores lo van a tener fácil en su edición inventada, ha huevo los bufones del hemiciclo para seguir dando espectáculo con más descaro que vergüenza.
Todo ha resultado cómico en el proceso soberanista de Cataluña, incluido la farsa final: la declaración de independencia de Puigdemónt y su tropa. Han tenido a España en vilo y al Gobierno en un sin vivir, acostumbrado a no ejercer la autoridad temeroso de encontrar en cada esquina un comando guerrillero. Y todo el mundo sabe que han sido muchos años de desidia, dejadez e indiferencia lo que ha permitido que la clase política española se haya degradado a lo que es hoy. Y que la política haya sido sustituida por la sinrazón ideológica y la arbitrariedad hasta llegar a este golpe de estado. Pocas veces la clase política se empeñó más en no querer ver lo que era una evidencia, y es posible que no quedase más remedio que llegar hasta aquí para poder recomponer algunos desequilibrios de nuestra todavía joven democracia. Nos hemos dado de bruces con algo tan grave y trascendente como la ruptura de una nación con más de cuatro siglos de historia.
La aplicación del artículo 155 de la Constitución española que como primera medida ha intervenido de facto la autonomía catalana y traspasado los poderes al Gobierno, ha sorprendido por su aparente eficacia pero esa administración virtual tiene que ser desmontada inmediata y totalmente si no quiere ser víctima de sus propios planes. Rajoy tiene que andarse con cuidado, pues juega con tahúres y no se rendirán sin oponer resistencia, como estamos viendo, dándoselas de pacíficos demócratas en busca de mantener una administración paralela, como si no hubieran sido cesados, y sobre ella montar la campaña de las elecciones del 21 de diciembre próximo.
Es posible que puestos a reflexionar, vaya siendo hora de que algunos vayamos reconociendo que aunque todos creíamos saber lo que había que haber hecho en Cataluña, las actuaciones de Rajoy y su gobierno en este momento decisivo, no parece que esté resultando tan mal. El problema es que se podía haber soslayado llegar hasta aquí, evitando tan evidente deterioro y sus consecuencias. Avanzando en el laberinto oscuro de las estrategias: ¿De dónde ha salido esa ingente masa de dinero que se precisa para que en cada recoveco de la Generalitat haya una réplica del Estado gracias a la cual se ha logrado diseñar la máquina golpista? Alguien tendrá que responder, cuando esto acabe –suponiendo que mal o bien acabe-, del por qué tanta pasividad en los desvíos de presupuesto, gracias a los cuales se ha podido diseñar la maquinaria estratégica más refinada de Europa para este golpe virtual. Entramos en un terreno lleno de incógnitas para reconstruir o restablecer la legalidad, la salvación de tantas frustraciones tras este intento de un nuevo país rompiendo por la mitad el que ya existe, manejando la política como si fuera un circo en clima emocional y de violencia.
En el colmo del desafío, Puigdemont no ha acata la destitución que establece el 155, suma así, el cargo penal de rebelión al de usurpación, por lo que irá a la cárcel en el mejor de los casos, y en el peor, tal vez decida optar por el exilio, como parece indicar su estancia en Bélgica, con un ejecutivo en la sombra con el que parece querer consumar su locura. Junqueras y Forcadell (incluido su “tropa”) optan por comparecer ante la Audiencia y el Supremo, con prisión incondicional y sin fianza para los primeros y, posiblemente, para los segundos que disponen de siete días para poner sus barbas a remojar.. Si el Gobierno persiste en su tibieza, el proceso separatista catalán seguirá vivo por mucho ridículo que haga el prófugo. Por tanto, cuidado con las bromas, la amenaza sigue viva: el golpe está suspendido, no fracasado. Los traidores golpistas que nos han traído hasta donde estamos, fortalecidos por el resultado favorable en las próximas elecciones (de confirmarse las encuestas), persistirán en su voluntad de quebrar la unidad de España.
A partir de aquí es preciso aprovechar la oportunidad para reconstruir los tejidos dañados del nacionalismo y restablecer el pacto de convivencia que representa la Constitución de 1978.
A los soberanistas va a ser muy difícil tumbarlos en las urnas porque llevan muchos años de campaña, concesiones de todo tipo incluidas, y todo seguirá siendo así mientras la propaganda falsaria y la enseñanza doctrinaria permanezca inalterada. Sobre todo, mientras tengan el manejo de TV3, el mayor instrumento de manipulación secesionista. Y conviene no olvidar, ellos se presentaran, con el victimismo a su favor, empleando toda su maquinaria propagandística para convertir las elecciones autonómicas del 21-D en constituyentes. Las encuestas publicadas estos días nos muestran una intención de voto que mantiene intacta su fuerza, con algún trasvase de votos entre partidos independentistas En las actuales circunstancias una victoria del separatismo dejaría herida de muerte la unidad de España
Y menos mal. No todo ha sido malo en esta locura que ha reactivado en toda España un patriotismo anquilosado en Cataluña. Primero surgió la oleada de las banderas y luego ha tomado cuerpo esta reclamación de ciudadanía viva organizados para hacer acto definitivo de presencia. Las calles de Barcelona atestadas de gente que ha perdido el miedo, que no quiere elegir entre ser catalana o española, reaviva la esperanza de alejar esa patraña para siempre. Posibilidad que solo podrá materializarse si los particos fueran capaces de acudir a las elecciones bajo la bandera común del constitucionalismo, demostrando al nacionalismo que existen millones de catalanes capaces de resistir a su desvarío.
3 de noviembre 2017