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Tras la estrafalaria no investidura de Sánchez: más de lo mismo

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Como las fallas de Valencia, a la valenciana como reclama Pablo Iglesias. Una vez la ilusionante fogata se ha desvanecido, todo queda en cenizas, polvo, residuos, confusión y vuelta a empezar, es la maldición que acompaña, siempre estamos empezando, no podemos ni recuperar el respiro o la respiración, siempre hay un personajillo disfrazado de poder que da el pego y nos pilla con el pie cambiado. 

 Y aquí estamos de nuevo en un carnaval  de Sodoma y Gomorra que hay que ver hasta dónde podemos llegar en este país por la dejadez y autocomplacencia de las instituciones.  La caricatura  puede confundirnos, que ya es confundir, pues cada uno manipula la ley,  el reglamento o la normativa a su comodidad y nos monta un ferial a la sevillana: aquí te doy con los faroles, las copichuelas y los disfraces, los coches  de caballos y los faralaes, hasta que aparece la resaca, se impone ordenar el bolsillo y cuadrar el balance, entonces es cuando  vienen las reflexiones y los recortes, todos a lamentar los  desaguisados  de unos cuantos manipuladores  que han dado el pego y hasta la próxima. Siempre hay una próxima. Es la maldición que nos acompaña. 

Rajoy le dice al Rey que no tiene apoyos y que por tanto para que perder el tiempo en una ceremonia con fracaso tasado, y el Monarca corre turno y llega el siguiente. Como el protocolo ha quedado un tanto trastocado, más   bien convertido en parodia, en plan coleguilla y nomenclatura adulterada, el “ciudadano Borbón”, una vez desposeído y aceptado la caricatura, todo vale, cede a Sánchez su turno que saluda a Don Felipe con: “Truco o trato”, más truco que trato, y debió pillar  al Rey desprevenido, de tal modo  que Sánchez salió convencido de que todo el monte era orégano y sabores aromáticos en sus delirios por ser Presidente. A la salida le espera su ayudante “Pedrín” con  gran aparato de serpentinas, tracas, cohetes y bengalas, y se monta el gran circo, que para sí lo hubieran querido los grandes Fofó, Fofito, Miliki  y Milikito, que ya es querer superar, en un derroche de tiempo y medios innecesarios e irresponsables en una economía tan menguada como la nuestra.  Como era de esperar la no investidura quedó en agua de borrajas y Sánchez noqueado por dos veces en una sesión lamentable que o bien engañó al Rey o fue sorprendido que para los efectos es lo mismo. Y así es como una sesión de investidura que creíamos de puro trámite se convirtió en una guerra sin sangre donde una parte del parlamento practica y fomenta el odio que creíamos superado, y todavía falta el revival de la memoria histórica. Sánchez y Rajoy se odian tanto que sus discursos han sido sendos recitales en un campo de espinas mediático donde Rivera tampoco se quedó corto. Y ya no digamos pablo Iglesias en sus monólogos cómicos (beso incluido),  más tarde convertidos en agresión destemplada, arrogante y provocadora que, en su dialéctica mediática, expulsa sapos y culebras donde no hay mas proyecto que tomar el poder y echar al contrario del parlamento.  

Sánchez y Rivera tienen que reconocer que han perdido, y además no suman, y si se empeñan en seguir por ese camino no van a recibir más que revolcones. En la codicia por el poder surgen pretendientes por la izquierda y por la derecha, las exigencias resultan humillantes y, en el despecho, se cubren alianzas de amores arrebatados con polos opuestos que despierta celos viscerales convertidos en dardos hirientes. Las exigencias son tan altas que la pretensión resulta cegada por los celos: confusión y desconcierto. 

Y mientras tanto la casa común, el Congreso de los Diputados, se convierte en un plató de televisión, donde todos rivalizan por ser la estrella mediática. Llenos de razones, de intención, de posturas estrafalarias, provocan la atención de los medios de comunicación y fomentan protagonismo. Todos contra todos. Razones cargadas de sinrazón y egoísmo visceral, sin la generosidad que necesita el proyecto común que reclama el interés de la nación y los compromisos europeos. La economía se va al traste y sobre la mesa se impone la necesidad de pensar en la conveniencia de la generosidad en los problemas de Estado. Pero no, la visceralidad prevalece y la cordura se distorsiona, no hay acuerdo ni posibilidad, el empecinamiento  convertido en ceguera que conlleva a la irresponsabilidad y a los egoísmos personales.  Estos son los políticos que hemos elegido.  Los electores tenemos una gran reflexión pendiente, y una toma de decisiones obligada. Todos los pronósticos conducen a nuevas elecciones, aunque nada es descartable con esta tropa. 

Yo que vivo en una constante pesadilla, obsesionado por entender lo que es inentendible, confundido por la nueva izquierda –la izquierda emergente-, la izquierda  radical, o la vieja izquierda, con modos y códigos que desconciertan a la gente normal, la gente corriente que, según parece, ya no militan en los partidos  sino en los medios de comunicación, y en ese gran plató en el que se ha convertido el parlamento, cuyas extravagancias son  retransmitidas en directo y en diferido, convertidas en espectáculo que es el pan de cada día. Y así nos va.  Sánchez se jacta de haber puesto en marcha el reloj de la política, moderada desde su pacto con Rivera, solo en apariencia, la burda comedia solo busca la hilaridad del público. Esperemos que sus ansias de poder -mezcla explosiva con inexperiencia-, y su populismo trasnochado no le asocien a dudosas compañías que avoquen a que España (con excepción de Venezuela que ha sobrepasado) sea la única democracia del mundo donde la anarquía se convierte en gobierno. O en desgobierno, como estamos viendo en otras grandes ciudades españolas donde el despropósito de los podemitas  y derivados asolan con el aval de los socialistas. 

Elblogdepacobanegas 10 de marzo 2016   

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