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El cainismo invade la política

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Se avecina un tsunami político capaz de arrasar el sistema democrático 

Que España camina hacia Venezuela es algo que todos sabemos y nadie quiere ver, y aquí es donde está el verdadero peligro, en no querer reconocer el problema.

Que la democracia española se ha descafeinado a extremos de caricatura es una evidencia  cuya percepción está implícita en los partidos políticos, en la Administración de Estado, en las Instituciones, en las Comunidades con pretensiones de “país”, en las grandes capitales, en los municipios, en la calle, en las familias, en la juventud, en el ambiente, en el aire que respiramos... Todo está desdibujado, descompuesto, caricaturizado, esperpéntico, y expuesto a una metamorfosis radical, incontrolada, apocalíptica. Aquí es donde hay que poner el acento, sin retorno, porque ni el poder político, ni el judicial, ni el militar –modernizado, moderado, descafeinado convenientemente-, conservan  iniciativa para imponer orden y cordura en este universo que avanza hacia la prehistoria. 

Y no estoy intentando hacerles comulgar con ruedas de molino, ni pretendiendo que compartan mis delirios de profeta frustrado. Solo tienen que agudizar los sentidas al socaire del aire de la calle, hacer acopio de paciencia, y sentarse a escuchar, ver o leer las noticias con las que machaconamente nos inundan los medios de comunicación; en la conjugación está la consecuencia.  Nunca la información política había acaparado tanto protagonismo, interés y audiencia. El ciudadano vive con verdadero desasosiego el circo mediático del quehacer político y la deriva implícita, la frivolidad con las que se plantean los temas de Estado, y el egoísmo con que el político maneja como propios los intereses  comunes. Es una especie de anestesia donde una metamorfosis a la inversa se apodera de la iniciativa convirtiendo, en prisionera,  la capacidad de respuesta. A esto se le llama dictadura disfrazada de democracia, donde el poder actúa en el atropello, y la libertad se convierte en libertinaje. 

 Solo hay que analizar con sentido de la observación y llegaremos a la conclusión de que un nuevo ciclo nos aguarda, la nueva  izquierda, la izquierda extremista. La izquierda que con arrogancia intelectual  e ideológica, sectaria ultraizquierdista, avanza imparable con la osadía del desconocimiento y de la ambición. O se impone la cordura y la responsabilidad en las Instituciones que todavía tienen autoridad, o vamos hacia una dictadura militarizada como la chavista. Es el nuevo reformismo que está surgiendo como una corriente de simpatía procedente de los sectores más desfavorecidos, se les ha tenido desatendidos y han dicho hasta aquí hemos llegado. Si los “podemos” y su marcas “afines” llegan al poder –y estamos próximos- este país vivirá situaciones inimaginables que muchos pensamos que ya están en marcha. Con la ayuda de unos empresarios sin escrúpulos que se han puesto al servicio de la extrema izquierda, el  control de medios de comunicación, su perfecta técnica en la manipulación, el apoyo de los periodistas afines que escriben páginas de un sectarismo jamás utilizado en España, la transformación está garantizada. 

Muchas veces he reflexionado en estas páginas sobre el resultado de lo previsto y no tengo una respuesta a este interrogante, pero creo  que con el espectáculo que están dando nuestros gobernantes –el odio que destila esta turba cainísta-  y los resultados previstos, el destino nos empuja a una dirección que acabará  determinando nuestras vidas.    

Aún a riesgo de resultar reiterativo. Solo hay que hacer un rápido balance, un resumen de lo que acontece y la impresión nos dejará alucinados. La nave del Estado navega sin rumbo, no se vislumbra alternativa al bipartidismo, se está dando un espectáculo sombrío. Lejos de buscar soluciones, los políticos quieren aniquilarse entre ellos. Los   llamados cabeza de partido prefieren devorarse a pactar. La justicia reacciona tarde y asustadiza en favor de la anarquía. Los ediles gobiernan de forma estrafalaria, inclinación perversa y ambición ciega. 

El blanqueo de  la carroña terrorista –otro de los errores de los dos últimos gobiernos-, que no solo han sido más o menos indultados, sino que les han dejado llegar al poder de las instituciones, Bildu y similares: Arnaldo Otegi, excarcelado como un preso de conciencia, recibido como un héroe a su salida de la cárcel  (condenado como terrorista, brazo civil de ETA), será el próximo Lendakari para vergüenza de todos (al tiempo), a pesar de su inhabilitación para ejercer cargos públicos; una humillación a las víctimas de ETA que según parece son las que tienen que pedir perdón:  así es nuestra justicia. El País Vasco que también pasó por fases igualmente disparatadas, y lo que veremos.   

  La obscena vergüenza de la situación a la que se ha dejado llegar en Cataluña, el enfangado panorama, su insaciable despilfarro que pagamos todos los españoles. Esa desconexión efectiva que fomentó Mas y ahora conduce como un kamikaze Puigdemont,  con una mano pide dinero y con la otra da un corte de manga. Un gobierno que no escarmienta y se deja manipular por los separatistas, con el mismo disfraz de camuflaje que antes utilizara Pujol y, posteriormente, su  testaferro Mas. 

 Y la noticia del día. La deslealtad de Sánchez a España dando un aval a Puigdemónt (en una visita improvisada); pone en riesgo el acuerdo con Ciudadanos y contradice el pacto de Estado sobre la unidad de España. Qué le va a ofrecer si este personaje ha dejado tajantemente claro que no admite otra cosa que no sea la separación total de Cataluña: la independencia.  

 Y abundando en la caricatura. Una perfecta idiota que ejerce de alcaldesa y se ha “Colau”: desprecia al Ejército en función de su ignorancia y odio, incapacidad y sectarismo, en este país donde la profesión de okupa –que su partido fomenta- está siendo una de las más rentables.  

La corrupción que como la mala hierba  florece en huerto propio, en el de enfrente, o medio pensionista. Para vergüenza ajena, que no la propia, el único denominador común de la democracia española. 

Un presidente que permanece atrincherado en La Moncloa a la espera de un clavo ardiente, mientras que su oponente, Pedro Sánchez,  persevera empecinado en busca de su oportunidad, o su permanencia. Hay que reconocerle algún mérito, ha creado en la opinión pública la sensación de que solo él puede formar gobierno. Y sabe Dios que Gobierno. Apenas una semana de su fallida investidura sigue más fuerte que  entonces. Y Ciudadanos que amenaza con romper el pacto si Sánchez aborda con Puigdemont el tema del Referéndum. Sánchez, al que nada importa más que su ambición, espera que Iglesias recapacite y termine apoyándole, naturalmente a un coste imprevisible. Sin contar que, en este galimatías, los ramales de Podemos desafían al poder de Iglesias con un cisma entre él y Errejón, que tanto monta. 

Resumiendo. El panorama político abierto en canal. El futuro gobierno de España una incógnita. El enfrentamiento entre facciones, peligroso y sombrío. Y un electorado, cabreado y confundido, que está hasta el gorro. A falta de otras hipótesis más o menos verosímiles y, a pesar de todo,  estoy convencido: España es un gran país que solo necesita unos cuantos psicólogos.  

Elblogdepacobanegas  15 de marzo 2016

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