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LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA

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LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA

 

Ante la pusilánime actitud de Rajoy y los miembros de su gobierno la Generalitat confirma el desafío y la amenaza del referéndum ilegal sobre la independencia de Cataluña. La farsa del 2014 se repite y el espectáculo del 9-N -en nueva versión aumentada y corregida- demuestra una vez más, la debilidad del Gobierno y confirma que Cataluña ya es independiente de facto.

Sin embargo, y sería injusto no resaltarlo, el PP y Ciudadanos son los únicos partidos con representación parlamentaria que, en estos momentos de incertidumbre, defienden la unidad de España. Y no es que lo diga yo, según los resultados de los últimos y repetidos comicios electorales, así lo piensan una gran mayoría de españoles. Supongo, la contradicción está en el Refranero: “más vale malo conocido que bueno por conocer”

 

En un acto solemne en el Palacio de la Generalitat, Puigdemont llamó a los catalanes a participar de una segunda consulta sobre su proyecto de independencia el próximo 1 de octubre. En burla constante, anuncia de palabra el nuevo referéndum ilegal con fecha y pregunta. Un acto extraordinario pero no oficial, para no dejar por escrito nada que el Gobierno pueda impugnar ante el TC.: ¿Quiere que Cataluña sea un Estado? En caso afirmativo: ¿Quiere que este Estado sea independiente? Con esta pregunta La Generalitat afianza el desafío y asegura que velará por su consumación.

En la Moncloa insisten en que no habrá referéndum. Si los independendistas pasan de los anuncios a los hechos el Gobierno está vigilante y todo está preparado para evitarlo. Un error más de los muchos cometidos: esperar a los hechos es un efecto consumado y perdedor, convierte la respuesta en defensa desesperada. Engolosinándolos con sobornos y concesiones no hacen más que alimentar su voracidad. Miles de intentos de apaciguamiento en lugar de zanjar la cuestión aplicando el artículo 155 de la Constitución, por aquello de no alimentar el victimismo, como si el separatismo necesitara argumentos, hasta ahora ha cumplido todas sus amenazas dejando al Gobierno en el más completo de los ridículos. La patética alternativa que ofrece el Ejecutivo es el diálogo tramposo de la zanahoria sin palo, una vez más pierde el tiempo invitando a Puigdemont a acudir al congreso para defender en el marco de la Constitución la reforma que permita, dentro de la legalidad, su consulta de independencia. Pero a la vista está que a los nacionalistas les ha sido muy rentable el desafío constante, se les ha permitido demasiados vuelos, y todos sabemos lo difícil que va a resultar pararlos. El Gobierno también lo sabe y ante la posibilidad de que se repita un escenario como el de 9-N cuando el referéndum se materializó con un simulacro de consulta que hay que ver lo que ha dado de sí, saca pecho intentando tapar sus vergüenzas con el revuelo, pues es evidente la preocupación de que sea demasiado tarde.

La inanición del Gobierno tiene poco que ver con el cumplimiento de la ley. Conspirar para cometer un delito, ya ha es delito. Si va asociada a la sedición, estamos hablando de un delito muy grave. Y conviene recordar que las amenazas del secesionismo catalán no son nuevas, en ocasiones anteriores las experiencias fueron violentas, conviene repasar la historia, páginas tan olvidadas o manipuladas que nuestros nuevos políticos desconocen. Entre otros intentos. El 14 de abril de 1931, aprovechando la proclamación de la República en España, Maciá proclamó la República Catalana. Fue un fracaso, los voluntarios de Maciá fueron detenidos he inhabilitados. El 6 de octubre de 1934, el presidente de la Generalitat, Lluit Companys, proclamó el Estat CataLá, la respuesta fue contundente, el Gobierno republicano declaró el estado de guerra y el asunto se resolvió a cañonazos. Al Gobierno de la Nación corresponde la responsabilidad de afrontar con decisión una situación que precisa decisiones extraordinarias como extraordinario es el desafío.

Los tres partidos mayoritarios de la oposición han apoyado al Gobierno, pero sin demasiado entusiasmo ya que el PSOE defiende una reforma constitucional que admita el encaje de la realidad de Cataluña como nación cultural, un juego de palabras peligroso que permite transgredir el “Estado de derecho y los límites de la legalidad.

Los partidos nacionalistas han empezado a movilizar en la calle a sus simpatizantes y asociaciones afines para demostrar ante la opinión pública su capacidad de convocatoria, tratando así de reflejar que su postura es mayoritaria, a la vez que se arrogan la voluntad de yodos los catalanes. Esperemos que en este juego de “a río revuelto” el Gobierno sepa movilizar sus recursos, midiendo los tiempos pero pensando en España.

 13`de junio 2017

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