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ESPAÑA TRAICIONADA

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    ESPAÑA TRAICIONADA

   

   España es un estado social y democrático de derecho, donde se garantiza la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político (artículo 1 de la Constitución). El artículo 2 proclama la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, garantizándose el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran . Pero autonomía no es soberanía, que reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. Como <nacionalidad> no es lo mismo que Nación que solo hay una.

      España vaciada, España disminuida, España plurinacional, España nación de naciones....,son términos  -vocablos- que pretendiendo ser denuncia o alegato han sido acogidos por casi todo el espectro político con algo más que una pizca de demagogia. No importa el significado, más bien oportunismo político. Este es el verdadero mal, la ambición desmedida de poder que nubla la vista, bloquea los buenos propósitos, y nos echa encima un tren cargado de ilusiones que al final descarrila porque su carga es un cúmulo de despropósitos. O, en el mejor de los casos, pasará de largo una vez más llevándose consigo una buena parte de lo que fuimos. 

      Pero que nadie se engañe con esta versión descafeinada de la España traicionada, viene de antiguo. Cuando el actual PSOE, sin oposición conocida a Pedro Sánchez, dio su apoyo parlamentario, para que fuera investido presidente del Gobierno, por primera vez el 1 de junio de 2018, con ocasión del voto de censura  al Gobierno presidido por Mariano Rajoy. El revoltillo de partidos firmantes, todos independentistas, anticonstitucionales que demandan el  derecho de autodeterminación que abogan por la reforma de la Constitución, sin olvidar los apoyos pactados con los partidos impulsores de la plurinacionalidad de España, el derecho a la autodeterminación, de la independencia de sus territorios y partidarios de la abolición de la Monarquía.   Un paso más en la arrogante normalización de la anomalía que el sanchismo y sus aliados han convertido en rutina. 

     Pedro Sánchez es hoy presidente del Gobierno, en su segunda investidura, porque los separatistas catalanes y vascos han considerado que es su mejor apuesta para conseguir sus propósitos secesionistas. Claro que les ha dado el campo abonado con un giro espectacular en su discurso y ha pasado de apoyar la aplicación del 155 a abrir una negociación bilateral con el independentismo. Todo se conjuga, el Partido Socialista Obrero Español  reniega de su pasado y, para que su secretario general sea presidente del Gobierno, establece una alianza parlamentaria y un pacto de gobierno con todos los partidos que en el referéndum constitucional del 6 de diciembre de 1978 se opusieron a la aprobación.  Y  triste paradoja, Pedro Sánches ha sido investido presidente gracias a los votos de los partidos  con los que el PSOE, desde las últimas elecciones  municipales y autonómicas del 16 de mayo de 2019, tiene establecidas alianzas y coaliciones en autonomías y ayuntamientos de España, incluida Navarra donde para lograr el gobierno pactó con Bildu, plataforma política de la banda criminal ETA. Hoy en las instituciones gozando de todos los privilegios que pone a su disposición la democracia y  la Constitución pero sin respetar las reglas del juego : las normas por las que se rige y, sobre todo, sin haber pedido perdón a las víctimas. 

     El dato objetivo es que Sánchez encara una legislatura cuyo primer acto, el debate de investidura, ha servido para confirmar su extrema debilidad, proporcional a su dependencia a los socios que ha elegido para que lo sometan al chantaje político o ideológico que va a  marcar este tiempo de incertidumbre; necesita a ERC y a Bildu que, aun siendo partidos  legítimos? son profundamente  destructivos, y está dispuesto, no solo a aguantar humillaciones,  sino a tolerar que humillen a su País, incluso dar por dinamitados los consensos  de la Transición. Nunca España estuvo tan cerca de la fracmentación territorial y todo parece indicar el fin de ciclo constitucional actual.  ¿Qué nos toca hacer a quienes dentro y fuera del PSOE queremos resucitar la socialdemocracia española, la que ha destruido Pedro Sánchez? (Se pregunta Joaquín Leguina, expresidente de la Comunidad de Madrid, el barón díscolo (que no tiene pelos en la lengua) del PSOE)Prepararnos para actuar, sin prisas y sin pausas, a fin de conseguir que el sanchismo no sobreviva a las próximas elecciones y en primer lugar hacer todo lo posible para que Iceta no consiga lo que se propone....Por tanto, lo que ha de hacerse es preciso hacerlo fuera de la organización y sin que quienes seguimos dentro del PSOE debamos abandonar sus filas. Es preciso, pues, ir creando  plataformas políticas con intención electoral para hacer que Sánchez ni siquiera pueda presentarse a las próximas elecciones generales. ( ABC 15/1/2020) 

      La coalición de gobierno aguantará: habrá tensiones, antagonismos y  recelos, pero a Iglesias le gusta demasiado el poder como para ponerlo en riesgo. Y a Sánchez para que seguir dando ejemplos, porque no hay compromiso que no haya defraudado, cuestión de la que no se haya desdicho y contradicción en la que no haya incurrido. La palabra de Sánchez carece de valor alguno. En los últimos meses se comprometió a garantizar la unidad de la nación, a no negociar con separatistas, se envolvió en la bandera nacional  y hasta se comprometió a penalizar la convocatoria de referendos ilegales. Hoy, todo eso ya no es solo papel mojado. Es la coartada. El PSOE representa el túnel  para que los enemigos declarados del Estado superen las defensas de Constitución y del imperio de la Ley. Por ello, cuando el portavoz del PSOE da las gracias por los votos y las abstenciones, partidos como Podemos ya están formando parte del nuevo gobierno, Alberto Garzón, el líder comunista, Ministro de Consumo (o de lo que sea, que más da) y otros como los independemtistas, que conformarán la nueva mayoría que sostendrá al gobierno en minoría, aprobarán en la legislatura presupuestos y leyes, sin que al día de hoy sepamos públicamente a cambio de qué, ¿o sí lo sabemos? 

     A Sánchez solo le importa el poder. Sabe que ser investido presidente con 120 diputados resulta complicado, más le va a ser complicado ponerse a gobernar y sacar adelante unos presupuestos cuya redacción y aprobación va a depender en última instancia de quienes no acultan su carácter mafioso al airear la extorsión que practican desde la propia tribuna del Congreso. Abrazado a Pablo Iglesias,  el político que hace unos días le quitaba el sueño, que ahora se sentará a su lado en el consejo de ministros como vicepresidente, vale la pena repetirlo (la letra con sangre entra)  ofuscado en su manual de resistencia, despojado de su dignidad más básica y practicando una obediencia babosa  a  unos partidos sectarios, revanchistas  y carentes de principios, dispuesto a mantenerse en el cargo a costa de lo que sea y, como estamos viendo, lanza mensajes de advertencia para los que con toga o sin ella, sientan la tentación de moverse  en la dirección contraria. Pero que nadie se equivoque pensando en una pieza fácil. El mayor error que podría cometer la derecha sería pensar que este Gobierno va a durar pocos meses. De momento tiene nueve blindados constitucionalmente, y si consigue aprobar el primer presupuesto se plantará en la mitad de la legislatura sin descomponerse. 

     Pedro Sánchez pretende ocultar a la opinión pública sus compromisos expresos con  el separatismo catalán a cambio del apoyo a su investidura, y tiene la desfachatez de llamarle progresismo ¿Hasta cuando será capaz el PSOE de mirar para otro lado?¿Cuantos plazos podrá pagar a sus estorsionadores cada vez que tenga que aprobar algo con su apoyo? ¿Quién progresa con este engendro más allá de Rufián, Junqueras, Otegui y, por supuesto,  el matrimonio Iglesias- Montero con la abstención de sendos ministerios sin el menor rubor. Ni en sus más optimistas sueños hubieran pensado que podría llegar a más. Esta es la cruda, amarga realidad del momento. La promesa del PSOE y Podemos de desjudicializar la política alberca en su entraña una pulsión totalitaria pues lo que se está diciendo es que según los casos el Código Penal  quedará en suspenso, como ya está pasando con la inhabilitación de Torra. Lo primero que requiere un plan así es dominar los medios. Sánchez ha enviado a Dolores Delgado a la Fiscalía para hacer lo que el propio Iglesias quería y lo que ambos han pactado con los nacionalistas; sacarle a estos de encima el aliento perseguidor de la justicia. Ningún presidente se había atrevido a llegar tan lejos y con tanta desvergúenza: colonizar la administración de la justicia. Los siguientes objetivos son el Consejo del Poder Judicial, el Supremo y el Tribunal Constitucional.  Esta es la batalla decisiva de este mandato. Y lo peor es que no se preocupa por disimularlo.                                        

elblogdepacobanegas    19/1/2020

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