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Reclamando que es gerundio -Introducción-

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       Reclamando que es  gerundio es un espacio que nace con vocación de servicio y  pretende ser, en lo posible, una vía de denuncia.

       El sufrido consumidor está acostumbrado a toda suerte de artimañas, triquiñuelas y artificios, que convierten en impugnable cualquier tipo de reclamación, incluidos los servicios básicos que deberían ser una prioridad del estado ya que estos, sometidos a toda suerte de manipulaciones, han convertido un suplicio insufrible cualquier reivindicación de injusticia por parte de las compañías suministradoras que actúan con una impunidad intolerable.  

         Las Oficinas de Consumo, que con tantos fuegos de artificio anuncian su defensa al consumidor, son una falacia vergonzosa convertidas en insufrible trámite burocrático donde el indefenso ciudadano tropieza, una y mil veces, en la misma piedra, para finalizar resignándose a la evidencia.

      Los ejemplos prácticos que iremos incluyendo nos darán prueba fehaciente y documentada de la inutilidad de su gestión. El ciudadano de a pie está sometido, doblemente, sufragando con sus  impuestos unos organismos que actúan solapada o descaradamente en contra de sus intereses.  Muchas cosas tienen que cambiar en este país, la cultura de la sumisión que disfraza de normal lo que evidentemente es anormal, han convertido en rutina una práctica que somete vergonzosamente la dignidad del sufrido ciudadano, no solamente en cualquier actividad donde la costumbre actúa a base de picaresca, sino en servicios tan básicos y necesarios como la electricidad, el gas, o el teléfono, por citar algunos,  donde las compañías, a pesar de este nuevo disfraz que aparenta la posibilidad de darte de baja y afiliarte a otra,  están protegidas con recursos tan permisivos y tolerados, que el consumidor lo más que consigue es la momentánea  y teórica satisfacción de haberle dado una patada en el trasero a la compañía de turno, para caer inmediatamente en manos de otra con menos escrúpulos y más ensañamiento si cabe. Los acuerdos entre ellas dificultan cualquier posibilidad, les da igual que te cambies, terminarás volviendo otra vez. 

        Ha llegado el momento de decir basta. Lo evidencian estas estrafalarias corrientes  emergentes, surgidas al amparo del descontento y el hartazgo del ciudadano –ante la inoperancia de los organismos competente-, para terminar siendo manipulados por otros intereses cuyos planteamientos piden un cambio de ruta,  un aviso a navegantes que necesariamente tendrán que modificar su rumbo, voluntaria u obligadamente: el peligro que ello conlleva debe hacer reflexionar a los partidos que todavía pueden servir de muro de contención a esta explosiva y peligrosa avalancha que, unida a su inexperiencia, proyectan planteamientos  cuya ejecución puede desembocar  en situaciones irreversibles.

       Pero volviendo a nuestro planteamiento inicial,  a las causas pretendidas como evidencia palpable, vamos a exponer algunos casos prácticos que ponen de manifiesto la ineficacia de estos procedimientos. Hemos omitido el nombre del reclamante por razones obvias, sin embargo, mantenemos la documentación original por si en algún momento fuera preciso mostrarla. Se han seleccionado caos irrefutable, planteados con una claridad meridiana y con la documentación completa y precisa. Como iremos viendo.

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