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España, reino de JAUJA

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         Se acabaron los problemas. Los  españoles podemos respirar aliviados. Por arte de magia, como si un milagro se hubiera producido, España ha pasado de la recesión, la crisis y la incertidumbre, a un paraíso donde el bienestar generalizado  reparte sus  parabienes de forma unánime.

        Ha llegado el mesías, ese ser divino que todo lo puede, que multiplica los panes y los peces, que saca recursos con un chasquido de dedos, que convierte las penas en alegrías, que alumbra el futuro y consigue que el bien se imponga sobre el mal, o viceversa. Por fin ha llegado alguien a la política no solo con vocación de servicio, también con poderes mágicos para sacar a este país del letargo, la paralización, el desconcierto y, sobre todo, de la amnesia de aquellos  recuerdos que nos desunen, que nos enfrentan o nos dividen.  Se llama Pedro Sánchez y, para quien no lo conozca,  se caracteriza por su constante  tesón,  desbordante fantasía, vehemencia imaginativa, capacidad manipuladora, y camaleónica memoria; es capaz de convertir lo negro en blanco en solo unos segundos y dar soluciones inmediatas a todos aquellos problemas que para otros supone titánicos esfuerzos: mirlo blanco, piquito de oro que ha revolucionado a la clase dirigente hipnotizada por el brebaje de su demagogia, no menos cuantiosa pero si maquiavélica, del que la historia dejará recuerdo, en nosotros y a varias generaciones venideras.

     Ante la negativa de Rajoy a una investidura fallida, el Rey le ha encargado formar gobierno, esperemos que no sea el primero en lamentarlo. A Sánchez, osadía no le falta, de escrúpulos carece, le sobra temeridad. El problema está en que para estos menesteres necesita compañeros de viaje y hay que recordar que el PSOE ha conseguido 90 escaños, el peor resultado de su historia y, por tanto, muchos apoyos exige la aritmética parlamentaria; al negarse a un pacto de legislatura con el Partido Popular y Ciudadanos sus opciones quedan prácticamente supeditadas a Podemos y asociados y ni aun así consigue la cuadratura, también necesita el apoyo de los separatistas, un galimatías calidoscópico que permitiría formar un gobierno de corto recorrido incapaz, por su debilidad, de  emprender los grandes retos que tiene España y las importantes reformas que necesita el Estado. Me temo que su ambición y ansias de poder le hagan saltarse las serias advertencias de su Comité Federal, al no respetar las más elementales normas de la política y el sentido común, y vaya al suicidio, no solo de su partido -él incluido-, a la destrucción de España y, en su empeño de ser presidente aunque para ello tenga que vender a su madre patria, o la otra,  con este previo paripé –hay que reconocerle dotes escénicas-, su alucinación le hará caer en manos del dirigente de Podemos, Pablo Iglesias,  que se ha cansado de humillarle –a él y al PSOE-, y cuya pretensión no es asociarse sino fagocitarlo. Contagiado  de su fanatismo y propia demagogia, llegará a creerse que estamos en el reino de Jauja, con magia borras incluida. A lo que quiero referirme con tanto rodeo es  que en este juego de tahúres, con tan  extraños compañeros, el truco aparece camuflado y las alucinaciones pueden  conducir a decisiones visionarias.

      Como estamos en campaña y las promesas del político español son pura filfa, prometer cuesta poco. A partir de ahora los parados encontrarán trabajo inmediato o podrán ir a Ferraz a cobrar su sueldo, los pensionistas veremos nuestras prestaciones notablemente crecidas y puntuales, la Seguridad Social –universal y gratuita- modernizará los medios asistenciales y duplicará los  recursos humanos, las carreteras tendrán rango de autovías o autopistas, la pobreza será erradicada por decreto, la vivienda será un derecho obligado al cumplir los 20 años, la educación se impartirá modelo Complutense, de grado superior para arriba –bilingüe o trilingüe-....

     Es posible que en este alucine la realidad se imponga, que el sin rumbo favorezca el proceso destructivo, que el absolutismo propicie el caos  y la consecuencia derive en un parón de las inversiones extranjeras, que frenen sus proyectos los empresarios nacionales, que la economía entre en recesión, que los intereses de la deuda se convierta en inasumible, que España quede debilitada ante el desafío soberanista, que seamos más vulnerables a la amenaza yihadista, que el papel de España en el mundo sea irrelevante, que la situación sea insostenible, que no se incumplan las exigencias económicas ineludibles de la UE, que la Constitución no garantice la unidad de España y la igualdad de todos los españoles, que nos convirtamos en un régimen totalitario de corte marxista comunista imitación de Grecia o la realidad de  Venezuela.

      La disposición de Sánchez a negociar lo que él llama “fuerzas del cambio”, como si se sintiera enviado a rescatar al país de la ingobernabilidad, podría llevarnos, con sus alianzas siniestras, al  populismo y al revanchismo y, aunque pueda parecer exagerado, me remito a lo que estamos viendo  diariamente en  las principales ciudades españolas que ya gobiernan con el apoyo del PSOE, en aras de una libertad sin responsabilidad, anarquía  implícita en su propia naturaleza.

      En este supuesto paraíso de propaganda perversa los separatistas  verán colmada su ambición a base de concesiones crematísticas, el derecho a decidir será un hecho cuando más de cien personas lo proclamen en la plaza del pueblo, las independientes serán consideradas naciones asociadas, los perros serán atados con longaniza, los niños vendrán de París o, si es con cigüeña, de Cancún o cualquier otro paraíso terrenal. La Semana Santa será prohibida y sustituida por carnavales o fiestas del orgullo gay. En las escuelas los profesores serán sustituidos por titiriteros  que impartirán a los niños clases de enaltecimiento al terrorismo, violar una monja o ahorcar a un juez, como hemos visto recientemente. Las grandes ciudades verán sus zonas más emblemáticas convertidas en comunas antisistema con líneas negras en lugar de rojas que habrá que atravesar con mascarilla. En definitiva, libertad sin rumbo, errática y destructiva, que propaga el odio y fomenta la mentira.            

    Quién nos iba a decir que, ante tanto lumbrera inundando la política, y tanto Al Capone camuflado de político, este personajillo disfrazado de Roberto Alcázar –y su Pedrín-, sería la espoleta de una revolución a imagen y semejanza de sus colegas griegos.  España es diferente, viva la madre que la parió.

elblogdepacobanegas  13 de febrero 2016

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