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ELECCIONES EN FRANCIA / 2017

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ELECCIONES EN FRANCIA / 2017

El resultado de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas da un cierto alivio a la Unión Europea. Macron se enfrenta a Le Pen como favorito en la segunda vuelta.

El éxito obtenido por el liberal Enmanuel Macron, candidato inesperado, gran triunfador de la jornada electoral, hace prever un gran pacto de centro-derecha necesario para Francia y Europa, y la posibilidad de que todos los demás candidatos le presten apoyo en su lucha final con la ultraderechista Marine Le Pen con lo que, salvo una circunstancia inesperada, Macron será el presidente de la República ya que ha contado con el apoyo de una buena parte de los franceses moderados. En principio, Macron obtiene un amplio respaldo: apoyos a derecha e izquierda, de la patronal y de los dirigentes de la Unión Europea, y se confirma el fracaso de los líderes elegidos por primarias.

Sin embargo, la gran incógnita del 7 de mayo –segunda vuelta- no es solo el desafío de todos contra Le Pen, sino que nadie sabe que gobierno podría formar Macron, qué fuerzas parlamentaras podrían apoyarlo, ni qué partidos podrían morir o nacer para adaptarse al nuevo panorama político que se ha fragmentado de manera inedita. El joven candidato de ¡En Marcha! se impuso con el 24’1 de los votos, mientras que Le Pen obtuvo un 21’3. En tercer lugar el conservador Francois Fillon con el 20’01, seguido por el candidato de la izquierda radical Jean-Luc Mélenchon 19’58. Francia se encuentra dividida en cuatro familias enfrentadas y con un peso político similar. La Quinta República está en una encrucijada.

El mal presagio vaticinado por las encuestas situaban a Mélenchon y Le Pen con mayoría suficiente para disputarse la primera vuelta, pero el voto útil se ha impuesto dando una nueva oportunidad a la Unión Europea que no gana para sustos, desde las elecciones Griegas, seguidas del Brexit británico y ahora la posibilidad francesa, le mantienen en la cuerda floja y en un hándicap permanente. El gran peligro estaba en que quedasen finalistas la extrema izquierda y la extrema derecha, Le Pen y Mélenchon. Habría significado a salida de Francia de la Unión Europea. Y el fin de esta.

En definitiva. Si se cumplen los pronósticos de la segunda vuelta la candidatura ultraderechista quedará aislada de apoyos. Y Europa respirará aliviada pues tanto Le Pen como Jean-Luc Mélenchon se volverán a quedar con las ganas de tocar poder. Dentro de diez días, el 7 de mayo, Enmanuel Macrón y Marine Le Pen se enfrentarán en una segunda vuelta –definitiva- por el Elíseo ya que son los candidatos más votados en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Por uno u otro lado Los franceses se juegan el alma del país, la pertenencia a Europa y su lugar en el mundo. Han dado la victoria a un candidato con menos de 40 años, al frente de un partido sin representación parlamentaria. En el caso de como es previsible consiga la Presidencia el 7 de mayo, formaría un Gobierno provisional, pero luego vendría las elecciones legislativas del 11 al 18 de junio y la duda está en si podría conseguir suficiente apoyo parlamentario para poder gobernar un grupúsculo que apeas tiene un año de existencia y sin experiencia política de ningún tipo. Parece poco probable que pueda salir una mayoría estable de esa polarización de la oferta electoral, y la intención de unir lo mejor de la derecha y lo mejor de la izquierda puede ser, como proyecto político, una ambición loable, lo hizo De Gaulle, pero en la práctica dudo que puedan entenderse los herederos de Sarkozy con los herederos de Hollande. Y la pregunta está en que si Macron no consigue mayoría parlamentaria ¿con quién gobernará? ¿Con la izquierda o con la derecha?

Lo primero que cabe apuntar es que los grandes derrotados son los partidos tradicionales, tanto de la derecha como de la izquierda, que han quedado eliminados de la competición final, ninguno de los dos ha pasado a la segunda vuelta. Los socialistas han sido doblemente humillados porque partían de una legislatura con la mayoría en el Parlamento y la Presidencia de la República, y han terminado con un resultado ridículo, apenas un 6% de los votos. Su candidato Benollt Hamon, consiguió un porcentaje casi residual que le lleva de la Presidencia de la Republica, aún ocupada por Francois Hollande, a un lugar insignificante dentro del mapa político del país. El centro-derecha, Francois Fillon, por su parte, se ve obligado a una profunda refundación que acoja de forma natural a los conservadores. Un revulsivo para los partidos históricos. El centro derecha y el centro izquierda se enfrentan a una dura labor de reconstrucción tras su fracaso. Se abrirá muy probablemente una nueva carrera por el liderazgo en los partidos. Todo muy en la línea de la política que se practica, fruto del descontento del electorado que, confundido y defraudado, busca refugio en formulas nuevas que resultan muy arriesgadas.

La situación aconseja que todas las fuerzas políticas del espacio moderado pidan el voto para Macron, pero ese será el principio de un complejo periodo para Francia. Le Pen, tras quedar segunda en votos en la primera vuelta, no parte como favorita en la segunda ronda, ha conseguido menos votos que Macron y tiene menos apoyos. Su proyecto de ruptura con el euro, la UE y la Alianza Atlántica son un hándicap muy difícil de vencer, Francia se encontraría en una situación de colapse político. Una situación irreversible para la Unión, estamos hablando de la quinta potencia económica mundial y la segunda de Europa.

Después de esas presidenciales vienen las legislativas. El resto de los partidos esperan esta oportunidad para intentar recuperarse e imponer al joven jefe de Estado una cohabitación de imprevisible geometría política. En teoría, el proyecto podría parecer seductor, en la práctica será de muy compleja realización. “todos contra LE Pen” puede funcionar como teoría práctica. Gobernar juntos es harina de otro costal. Independientemente de que sumados todos los candidatos antieuropeos, estos han obtenido cerca de un 48 % de los votos. En fin, un galimatías.

Los partidos tradicionales europeos, españoles incluidos, harían bien en analizar con detenimiento el resultado de las presidenciales francesas. La derecha gala acaba de demostrar lo fácil que es autodestruirse hasta en las condiciones más favorables y los republicanos se quedan fuera cuando hace unos meses le otorgaban una gran ventaja y la segunda Presidencia de la República. Alguna similitud podría tener con España si los dos grandes partidos, populares y socialistas, no ponen sus barbas a remojar, como podría exponer cualquier analista. No es preciso ser una lumbrera.

Conviene insistir. Los electores han votado contra pronóstico, favoreciendo a un candidato que congrega entusiasmo, apoyando un fenómeno aparentemente marginal como el que representa Enmanuel Macron que no es un partido pero al que han identificado como el mejor modelo para contener a los extremistas y demagogos de extrema izquierda y extrema derecha. Casi un milagro, podría haber sido mucho peor, pues las encuestas de la primera vuelta daban como favoritos a Jean–Luc Mélenchon y Marine Le Pen, comunista ingenioso o fascismo puro que han tenido en jaque a todo el sistema, incluido la UE con respiración asistida, y todavía la película no ha terminado. El final está por escribir.

27 de abril 2017

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