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Cada loco con su tema

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Las elecciones vascas y galleas tiene la clave en el derrumbe del PSOE. La lucha entre Ferraz y los líderes críticos autonómicos aumenta con el paso de los días. Los barones alzan la voz reclamando cordura al Secretario General. 

La olla a presión del Ferraz sigue subiendo de temperatura a apenas una semana para la elecciones gallegas y vascas, y lo más preocupante para el PSOE debería ser que son muchos los que, desde dentro, esperan que estalle.

La acumulación de gases en el interior es muy elevada. La empanada en Ferraz es que  algo tan elemental como defender la idea de España y plantarse ante los separatistas se convierte en un raro asombro, y la respuesta radica en el propio problema del PSOE, cualquier chispa puede crear un incendio. 

Desde la degradación del zapaterísmo, su reparto de influencias es tan flojo que cualquier atisbo de sentido común se convierte en una descollante novedad. El proceso de fragmentación del partido se ha intensificado desde que la nueva dirección socialista se empeñó en malgastar todas las energías en una absurda táctica de supervivencia personal. La gran incógnita es durante cuánto tiempo podrán mantener esta estrategia o si tendrán que acostumbrarse a ella ya que al menos a lo que atañe a la crisis interna, no hay visos de que los críticas contra el secretario general vayan a acallar sus voces. 

La brecha entre Ferraz y los líderes autonómicos críticos aumenta con el paso de los días por discrepancias en la estrategia de bloqueo diseñada por Pedro Sánchez. Los barones trabajan por una alterativa al “no” que, en realidad,  se trata de un enfrentamiento más profundo que tiene que ver con el futuro del secretario general al frente del partido. Nada hacía imaginar que en plena campaña de las elecciones vascas y gallegas,  iban a romper su silencio   Díaz, Lambán,  Puig, Rubalcaba, Medina, Chacòn y el incesante grupo de críticos que consideran urgente un relevo en el partido, incluido Felipe González. El creciente hartazgo interno ha sabido dar cobertura en la solidaridad con Fernández Vara y el intento de Ferraz por despellejarle. A la presión de los líderes autonómicos, se suma el empuje de Pablo Iglesias que insiste en que Sánchez se decida a conformar un gobierno con Podemos y sus adláteres, muy difícil,  pues con toda seguridad necesitaría el apoyo de Convergencia y Esquerra Republicana. 

El líder actual del PSOE, de ínfima categoría política y personal es el fenómeno que ha entregado los ayuntamientos al populismo comunista, que sueña por gobernar con ellos y los separatistas. Pedro Sánchez es un hombre desesperado, sabe que si no consigue la presidencia como sea su futuro tiene tiempo tasado. Así que, tengan la seguridad, va a intentarlo. Pero vamos a ver: es que no hay nadie en su entorno personal que le explique a este hombre las consecuencias que para España está ocasionando este bloqueo ¿? Se precisa un gobierno estable para seguir avanzando en las reformas estructurales que están posibilitando el crecimiento del PIB y la creación de empleo, eliminar el gasto superfluo en las Administraciones y controlar de una vez la losa del déficit. Entre otras mil cuestiones más. Pedro Sánchez necesita escuchar una voz amiga que le haga ver la inutilidad de esta huida hacia adelante a ciegas, sin un propósito factible, que nos hace perder a todos un tiempo precioso empeñado en ignorar sus sucesivas derrotas. 

Pero lo que no es no puede ser y además es imposible. En este juego de apariencias creado por Sánchez –no se postula abiertamente como Presidente del Gobierno, pero anuncia una ronda para hablar con todos como si fuera a postularse-, también sus competidores directos como Podemos pueden obtener algún beneficio. Pero eso no importa, lo preciso es su huida se agarra a un clavo ardiendo dispuesto  a okupar La Moncloa como única tabla de salvación. En definitiva, como no sabe a qué carta quedarse, juega a todas, dando a Podeos una baza de la que los socialistas podrían arrepentirse el próximo 25-S. Por otro lado, la deriva soberanista de Podemos en Cataluña y el País Vasco debería poner a este partido al otro lado de la línea roja que marcó el Comité Federal socialista de no pactar con formaciones  que promovieran la autodeterminación. Y Podemos apoya un referéndum por la independencia de Cataluña y el País vasco 

Podemos, siempre en su táctica de tomar el poder a costa de lo que sea, le ha aceptado el envite a Pedro Sánchez y ayer anunció que esta semana habrá un contacto entre dirigentes socialistas y los del partido morado. Iglesias pone a Sánchez en el compromiso de unas expectativas de acuerdo con Podemos que el PSOE sabe de antemano que no puede cumplir. Iglesias tendrá así el fácil mensaje de que la responsabilidad por el fracaso de las negociaciones vuelve a ser de Sánchez. Una de las armas del líder socialista podría ser la consulta a la militancia, pero los barones parecen estar dispuestos a todo con tal de frenar la deriva que toma el partido y, desde luego, evitar unas terceras elecciones.  Puestos en lo peor, las luchas intestinas solo se resuelven con revoluciones cruentas, y las internas del PSOE terminamos pagándolas los españoles.  

Sánchez no ha explicitado cual será la solución definitiva, Susana Díaz ha dejado bien claro que con 85 escaños no se puede formar gobierno. Máxime cuando el ganador en las urnas le aventaja en 52 escaños. La explosión por simpatía puede estar en el resultado vaticinado por las encuestas. Atentos a la noche del domingo 25-S. Si se confirma el descalabro en las elecciones vascas y gallegas podría acabar su recorrido, mientras que salir mejor de lo esperado significaría su supervivencia. 

Es tal la confusión circundante que lo más probable es que su letargo se prolongue hasta que la situación se despeje por sí sola. Sánchez no es capaz de comprender que ha pasado su momento, que el país necesita de su generosidad. No se da cuenta de que al ciudadano no se le gana venciendo al adversario político, sino convenciendo con un programa sensato y equilibrado;  no es el mejor momento para que el PSOE haga regalos a Podemos y le convalide como interlocutor para una posible investidura de Sánchez, mientras en Galicia y País Vasco los socialistas pugnan por no ser desbordados por la formación morada y sus confluencias. Cualquier legitimación a Iglesias como un socio homologable de gobierno es contraproducente en las campañas gallega y vasca, donde Podemos supera al PSOE en el liderazgo de izquierda.  

El líder socialista ha sido incapaz de llegar a acuerdos en los que predomine el interés de los ciudadanos, más bien  al contrario, lo ha supeditado a sus intereses personales o partidistas. Ya nadie habla de pactos y el único ruido de investidura procede de su propio partido y la revolución que se avecina entre sus dos almas, la radical y la moderada.  

España pertenece a la Unión Europea, y no solo tiene que cumplir la normativa  sino presionar para las reformas que necesita.  Se han acabado los tiempos del despotismo ilustrado en Bruselas que exigen cambios profundos en la UE, desfasada y sin sentido. Los populismos de izquierda y de derecha se crecen, tanto que si los mandatarios europeos son incapaces de restablecer la confianza de los ciudadanos pronto la situación será irreversible.  Los líderes políticos, todos, se han olvidado de lo prioritario: la desigualdad social, el paro, la unidad de España, la igualdad de los españoles es una aspiración necesaria, y reiteradamente frustrada por quienes han permitido o no han sabido resolver el abismo de diferencias sociales abiertas entre los ciudadanos durante estos años de espanto. 

20 de septiembre de 2016 

 

 

 

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