El debate de la vergüenza

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Categoría: Opinión
Publicado: Martes, 15 Diciembre 2015 17:54
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    Vergüenza ajena produce pensar la opinión del mundo ante el espectáculo que dimos anoche con el “Debate de 20 D”.  Ni el líder del PSOE pudo llegar a más ni España a menos. Casi nada, el aspirante a Presidente de Gobierno de la Nación y el Presidente actual -que todavía lo es-, uno por activo y el otro por pasivo, dieron un espectáculo de miseria política digno de recordar. Pedro Sánchez, con  o sin argumentos, estuvo soez, vulgar: usted no es decente, entre otras lindezas y se quedó tan tranquilo.

         A partir de aquí una batería de agresiones verbales sin precisión y atropelladas pilló desprevenido a Rajoy que, sin capacidad de reacción, quedó noqueado, solo pudo con gran acierto parar el golpe, o los golpes, con un enérgico: usted es ruin, mezquino y deleznable, que pronunció en tono agresivo intentando neutralizar, pero el aspirante que está participando en unos floridos realities, fuera de guion, poco respetuoso con el turno de palabra, con una vehemencia casi infantil, siguió su batería de insultos, agresiones verbales y descalificaciones hasta convertirlo en un debate aburrido, farragoso a veces, mezquino en su totalidad,   falto de ética y de estética, pura demagogia barata.  Manuel Campo Vidal, difuminado por la sorpresa ante la que no supo reaccionar, quedó paralizado. El resultado: un debate que no interesa y un moderador que no modera. Por mucho encorsetamiento que hayan impuesto los partidos.

       Si esta es la talla política del señor Sánchez el PESOE tiene un problema y España una gran desgracia. El espectáculo que dimos anoche a los medios de comunicación internacionales fue de alucine, brusco, bochornoso, ofrecido como  apasionante y confundido por decepcionante.

       Ninguno ha robado un voto al otro, la gente sabe distinguir entre teatro y realidad, una cosa es duro y otra insultante, ninguno de los dos ha ganado como se podrá constatar, todos quedaron K.O. incluido el moderador. A partir de aquí, rebajado el nivel de los improperios, farragoso en las cifras, falto de credibilidad en las propuestas, Pedro Sánchez siguió con sus golpes bajos que escandalizaron, aunque los medios de comunicación lo hayan interpretado de la forma que más conviene; la cosas son como son.   Rajoy, más moderado,  se mostró vulnerable, patético, fuera de juego. Habría sido necesario ese golpe de efecto encima de la mesa, que se ha echado de menos en el conflicto de Cataluña, para zanjar la cuestión, y dejar bien claro que todavía sigue siendo el Presidente de España.

     A pesar de un equipo de profesionales de sobrada experiencia, todo  pareció conjurarse, incluso el espacio escénico tomo aspecto de caricatura, no faltó nada más que las faldas de camilla y doña Rogelia  moderando una partida de cartas. Hasta la cámara pareció encontrarse incómoda. Ya he dicho, escrito está, que la cámara es el artilugio más inteligente y sensible que he conocido, siente, sufre, se estremece, coquetea, se ruboriza. Necesita credibilidad, ternura, sensibilidad en lo que está transmitiendo: cuando no se siente cómplice, cuando no trabaja a gusto, muestra su estupor con agresividad, se horroriza y lo muestra con desprecio, y eso exactamente es lo que ocurrió anoche. Este es el secreto que permite a los grandes permanecer en el tiempo, anoche debió ser un día horrible para todos.  Cientos de personas y duplicidad de medios para una puesta en escena que ni lo fue ni lo pareció, sin que esto signifique que se esté criticando la sobriedad, absolutamente necesaria. Sin tanta parafernalia: cualquier equipo en prácticas de la Escuela de Cine habría resuelto con más eficacia.

elblogdepacobanegas 15 de diciembre 2015