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LA LEGISLATURA AGONIZA

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LA LEGISLATURA AGONIZA

La derrota del Gobierno ayer en el Congreso de los Diputados, tras ver rechazada la reforma de la estiba portuaria, tiene un significado que no se puede maquillar: es una crisis de legislatura en toda regla. A los españoles sigue faltándonos sentido de Estado, ninguno se ha enterado de que no hay soluciones nacionales en un mundo global. Esta derrota en el Congreso puede ser un paso a nuevos comicios, marca un punto de inflexión y podría ser el inicio del camino hacia una nueva legislatura-

Si el Gobierno no tiene apoyo siquiera en una reforma impuesta por la sentencia de diciembre de 2014 del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, difícilmente puede garantizarse a sí mismo, y menos aún a los mercados y socios europeos, una legislatura estable.

La Moncloa recibió con preocupación un varapalo con consecuencias políticas, pero también económicas, porque los ciudadanos tendrán que pagar una multa diaria de 134.000 euros, impuesta por Bruselas, al no aprobar una reforma obligada para cumplir el objetivo el sector de la estiba,  más los 21 millones acumulados, a que el Gobierno cumpla la sentencia europea ordenándonos acabar con el monopolio en los muelles. La falta de responsabilidad política aboca a los españoles a tener que pagar una sanción europea de su bolsillo. La soledad del Gobierno rezuma aroma de urnas y papeletas y le obliga a tomar nota en otros ámbitos, que quedan archivados por su propia incapacidad. 

La deserción de Ciudadanos que, incomprensiblemente, ha sido capaz de votar en un asunto transcendental en contra de lo que dice su propio programa. Rivera, en permanente mutación, por despecho o con tal de cobrarse venganza ya que Rajoy jamás tuvo intención de cumplir el acuerdo de investidura, enfrascado en una guerra de guerrillas contra el Partido Popular, cierra filas con la oposición táctica del PSOE, inhabilitado para dar apoyo al PP mientras dure su proceso de primarias, han sido determinantes en una votación en la que ha prevalecido la cortedad de miras sobre la responsabilidad institucional. Prejubilar a los chantajistas con 52 años y unos sueldos de escándalo es prevaricar, cuando hay multitud de personas  con 50 años  que no encuentra trabajo y si lo encuentran no alcanzan los mil euros. Lo he dicho mil veces, estos son los políticos que tenemos.

El Gobierno se tomó la votación como un ensayo de los Presupuestos que pretende llevar al Congreso a principio de Abril. Era el momento de ver hasta qué punto los grupos de la oposición se involucra con la estabilidad política o bien preferían el castigo al Gobierno y también para comprobar como respondían los socios del Ejecutivo. El resultado no pudo ser más desalentador para el Gobierno: 142 votos a favor ( PP y socios electorales), 175 en contra (PSOE, Unidos Podemos, ERC y la mayoría del Grupo Mixto, incluido Coalición Canaria) con 33 abstenciones. Y la sorpresa de Ciudadano, que incomprensiblemente votó en contra. El partido de Rivera dio un bandazo en pocas horas al ver que el Gobierno no iba a conseguir los votos suficientes, y dejó caer al ejecutivo. Desde la Moncloa acusaron de deslealtad. Si Ciudadanos hubiera dicho sí, el resultado –con el error de Errejón- habría sido un empate, por tanto daba igual que votasen a favor o en contra. Pero es la irresponsabilidad  lo que cuenta. Unos y otros buscaban demostrar a Rajoy que depende de ellos. Ya lo han conseguido, pero hoy y mañana y en los meses que vienen habrá que seguir gobernando y, sobre todo, llevar al parlamento un proyecto de Presupuestos generales del Estado que, en etas condiciones, nadie puede pensar que llegue a aprobarse.

En el momento en que España se incorpore al cuarteto que va a impulsar la Unión Europea, se lanza desde nuestro país un mensaje no solo de inestabilidad, sino de incapacidad responsable, un daño irreparable que, sin duda, dejará huella. Ni siquiera en lo obvio es posible el consenso entre el Gobierno y la oposición. No se salva nadie, todos han colaborado a este histórico fracaso y pone en evidencia la pretensión de cada protagonista, su ridícula caída al fracaso, y la pretensión de Rajoy de sentarse a la mesa de mando de la UE solo porque le ha tocado como un cupón de lotería. Va arreglada la UE  con estos mandatarios. Hasta Holanda nos da sopas con onda, ha sido la adelantada entre una lucha responsable de la política y el instinto que les tiene absorbida la cordura. La debacle de los social demócratas tiene que ver con la percepción de los electores hacia su participación en la coalición de Gobierno durante la última legislatura, que ha sido por cierto, una de las pocas que en Holanda ha llegado  a su término.  ¿Seguirá el ejemplo el resto de Europa? Todos saben que los problemas no se arreglan con la vuelta de naciones y fronteras, sino con una Europa unida y solidaria.

Rajoy se siente ridículo ante Europa. No ha sido capaz de sacar adelante una simple adaptación normativa comunitaria. Para un gobernante capaz de sacralizar sus compromisos con la UE este tipo de cosas representan un fracaso que traerá conseccuencias. Pero no le queda más remedio que aguantar, que es lo mejor que sabe hacer, pero ese episodio le va a dejar un resabio de desconfianza y un hombre de poder siempre es un mal enemigo. La legislatura está en el aire y, lo más probable, después de verano los españoles acudiremos nuevamente a las urnas. Otro año perdido.

Después de la votación de ayer, la confianza se ha quebrado, pero ya nada será igual entre el PP y Ciudadanos. Por eso desde el Gobierno se tema darse el primer paso hacia unas nuevas elecciones generales. En esas circunstancias, gobernar podría ser impracticable. Si hay que pensar en elecciones, quizás el momento sería a finales de este año o principios del que viene. Mariano Rajoy estaría legitimado para valorar si esta legislatura tiene recorrido o está entrampada por la política a corto plazo del PSOE y de Ciudadanos. También el presidente tiene bazas en su mano y no le queda otra opción que reaccionar ante el revés de ayer. No tiene sentido aguantar a cualquier precio, máxime cuando quien más arriesgaría ahora y en las urnas no sería el PP.

Es evidente que la derrota del Gobierno es una suma de diversos factores. Pero sea el Real Decreto Ley rechazado u otro parecido, España tendrá que liberalizar más pronto que tarde ese mercado cautivo de la estiba portuaria, con nóminas privilegiadas que han concitado el incomprensible apoyo de los socialistas y de la extrema izquierda. Como no se van a crecer los independentistas catalanes con este panorama. Dan por hecho que con este chulesco desafío independentista, desactivan a un supuesto enemigo en un escenario caótico en el que prevalece la imagen de una España inútil y anodina, más achacable a sus políticos que a su incuestionable grandeza.

El Gobierno, por su parte, no ha medido demasiado bien algunos de los pasos que ha dado, pero los errores del Ejecutivo no justifican el castigo económico y, peor aún, político que supone para España la votación de ayer en el Congreso. Ahora, la duda de Bruselas ya no recae en la reforma de la estiba portuaria, sino de la posibilidad de que en España se aprueben unos presupuestos con el rigor que exige la cambiante situación económica de nuestro país.

17  de marzo 2017

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