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MARIANO RAJOY SE CONFIRMA A SI MISMO

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RAJOY SE CONFIRMA A SÍ MISMO

EL Gobierno del PP presume de la fortaleza y estabilidad que el Ejecutivo ha alcanzada en esta legislatura. Mariano Rajoy atraviesa uno de los momentos más dulces desde que llegó a la Moncloa por primera vez a finales de 2011.

Y se regocija en un congreso tranquilo hasta el aburrimiento e incluso autocomplaciente. El discurso de Rajoy fue el del presidente de un partido que afronta el futuro sin complicarse la vida en debates ideológicos. Con el 95 por ciento del apoyo de los suyos. Nadie, ni en el partido ni fuera de él, ha influido lo más mínimo en la estrategia del presidente. En su permanente levitación: Todavía puedo dar mucho más de mí, y estoy absolutamente convencido. Ahora solo falta convencer a los votantes.

Observa desde su atalaya como se destruyen sus principales adversarios. Afronta con su legendaria tranquilidad una de las legislaturas más estrafalarias de la democracia. Pero además se le ve satisfecho por los pasos dados en estos primeros meses de la legislatura y decidido a llegar hasta el final de sus cuatro años de mandato, no en un camino estéril, sino fructífero, porque para él, claro, este vocablo significa solamente mantenerse en el poder, aunque sea en forma de florero. Se puede ejercer el poder sin tener que gobernar. En realidad, lo importante del poder consiste en que no lo tengan otros. Dicen que Rajoy no tiene carisma, pero tiene paciencia y sabe esperar consciente de que, hoy por hoy, sigue siendo la opción menos mala. Con la clarificación ideológica de Ciudadanos que no quiere parecerse a la derecha y ahora responde con una apuesta expresa por el centro: “liberalismo progresista”, que ni ellos saben lo que significa. Podemos y el PSOE, pretenden parecerse el uno al otro y no se aclaran, ambos dependen a medio y largo plazo de la consistencia de sus principios ideológicos y, sobre todo, de una crisis de identidad de la que aún carecen. Enfrente tenemos un PP con Rajoy al mando más afianzado que nunca, cuando hace dos telediarios los analistas no daban arriba de cinco cortes de pelo. En ese sentido, es el único posmoderno, siendo el más tradicional.

Ya no tiene mayoría absoluta, depende de otros partidos para poder gobernar con comodidad, pero hay prioridades, hay problemas y retos graves que necesitan decisiones, y no este paripé de Ejecutivo vigilante, alerta y en disposición de actuar en cualquier momento, cuando su andamiaje se desploma en el menor gesto de amago. Pero todo parece querer indicar que el liderazgo del presidente ha crecido. En medio del Bresit, con unas elecciones en Francia y Alemania que quitan el sueño en la UE, y con una Italia que cambia de presidentes, sin ser elegidos, con una rutina pasmosa. Rajoy se ha convertido en un referente de estabilidad entre los socios de Bruselas. En Europa valoran de forma especial que en España se haya frenado el populismo como un logro de Rajoy, cuando el mérito fue de la gestora del PSOE que desencajó la yugular de Pedro Sánchez; de no haber sido así España, hoy, sería otra. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llama a Rajoy, y este se ofrece como mediador con los países de Iberoamérica y la UE. Participa junto a Obama, Merkel, May, Hollande y Renci en la cumbre de Berlín, es decir, mucho movimiento para tan escasos resultados. España tiene un reto especial en relación con el resto de Europa: la unidad de la nación frente a los desafíos independentistas. Solo falta saber cómo se escribirá la historia si se cumplen las amenazas y se colocan las urnas. Y lo que va a costar tanto compadreo de Rajoy y la vicepresidenta con los insaciables líderes independentistas.

La actividad parlamentaria de estos primeros meses de legislatura y de Gobierno arroja una conclusión: al no conseguir apoyos para presentar leyes propias, el camino que ha escogido es el de gobernar con reales decretos-leyes, de aprobación más rápida y que cierran el paso a la negociación en el Congreso. No en vano, esta herramienta legislativa no contiene trámite de enmienda, lo que evita que el texto pueda ser desnaturalizado por la oposición.

Hay que distraer al personal, al electorado, para que sigan pensando que el PP o el precipicio. Un congreso nacional con juegos florales y fuegos artificiales de gran colorido que propicien una atmósfera de futuro esperanzador, idílico, de unidad reverencial y, al mismo tiempo, lavamos los trapos sucios, y ordenamos nuestros desaguisados. Génova busca llevar la unidad de su congreso nacional a las organizaciones territoriales, como en las elecciones de mayo de 2015, tras la pérdida de poder en la mayoría de los territorios donde Podemos y sus afines, aliados con el PSOE, desgobiernan, algo parecido al ejército de Pancho Villa donde su secretaria general, María Dolores de Cospedal, tuvo que imponer ordenes severas porque el organigrama se desmoronaba. Superado el XVIII Congreso nacional, con las filas prietas en torno a Mariano Rajoy, el PP busca organizarse para afrontar con garantías la batalla de las elecciones de 2019, o anteriores que no está descartado que puedan convocarse.

El precio es dejar aparcado una buena parte del programa del PP, pero esta legislatura es lo que toca. El estilo de Rajoy, su mítico control de los tiempos, le ha llevado a un segundo mandato con más fortaleza política: de vamos a bajar los impuestos porque la economía lo permite, a bajarán los impuestos cuando la economía lo permita. Cuestión de matiz.

En esta estrategia legislativa el PSOE se ha convertido en socio de facto. Pero, a diferencia de entonces, la geometría que tiene que trazar hoy el Ejecutivo popular para aprobar una ley pasa por incluir al primer partido de la oposición en uno de los vértices. Los antiguos aliados del Gobierno no responden. El PNV, por mucho que dice, intenta no mojarse absolutamente nada.

En este contexto, el retorno de Pedro Sánchez es una gran nube negra que amenaza el horizonte de la legislatura. Con él al frente del PSOE, el Gobierno tiene el “no a todo” asegurado y sin capacidad para aprobar leyes no hay ejecutivo que no dé por concluida la legislatura. Hay proyectos, como los Presupuestos, que solo pueden aprobarse como leyes, y aquí se abre la gran incógnita que rodea la legislatura actual: ¿cuál será la posición del PSOE en las leyes que tendrá que llevar el Gobierno a la Cámara Baja? Solo su secretario general podría responder a esta pregunta y desvelar si la esperada legislatura del diálogo tiene un final anticipado.

22-2-2017

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