Galimatías caleidoscópico

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Categoría: Opinión
Publicado: Miércoles, 10 Agosto 2016 18:10
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Las siete condiciones impuestas por Rivera a Rajoy, primer paso a una negociación que permanece bloqueada. La irresponsabilidad política sigue condicionando el futuro de España.  

Ciudadanos abrió ayer una primera puerta a la gobernabilidad de España después  de 300 días de incertidumbre, a pesar de que Rivera mantiene su decisión de no participar en un gobierno de Rajoy.

Las condiciones fijadas para iniciar una negociación de desbloqueo constituyen un precio asumible para el PP: Imputados, sin cargos. No a los aforamientos. Nueva ley electoral. Indultos por corrupción. Limitar mandatos. Comisión de investigación del caso Bárcenas. Cuatro tienen que ver con la corrupción, solo cabe apuntar la distinta vara de medir. Tan injusto es criminalizar a todo un partido con larga experiencia de gobierno, como reducir a corrupción al Partido Popular, basta mirar al PSOE andaluz –corrompido hasta “las cachas”- cuya gobernabilidad se sostiene gracias a Ciudadanos, por eso bien haría Rivera revisando su propio comportamiento, pero bienvenido sea este primer paso que alcanzaría los 170 escaños si incluimos a Coalición Canaria, y la posibilidad de la abstención o apoyo del PNV en garantía de lo que pueda necesitar el PP tras las elecciones vascas, así que lo mejor que puede hacer el PSOE es asumir su papel de oposición y servir a España facilitando la investidura de Rajoy. 

Ciudadanos ya había puesto al PSOE contra las cuerdas con su  predisposición a mantener un contacto directo con el Partido Popular y a evaluar el techo de gasto y los Presupuestos Generales del Estado. El debate entre la abstención y el sí de Ciudadanos, donde se discute con viveza sobre el modo de definir su vocación de bisagra, resultaba comprometido. Es mucho lo que se juega el joven partido naranja, dividido por una decisión crucial para su futuro, en el que sea cuál sea la decisión de Rivera tendrá que asumir su coste, eligiendo entre permanecer indiferente o involucrarse en la ética de la responsabilidad, como parece que apunta, en principio. Solo falta que la presidenta del Congreso, Ana Pastor, fije la fecha de investidura y que el candidato confirme su decisión, condición sin ecuánime exigida por Rivera. 

La tragedia es que todo depende del PSOE en el momento de mayor debilidad. El partido podría abstenerse y explicarlo sin dificultad, sin temor a sufrir una sangría, pero ahora está paralizado por el miedo a que Podemos lo arrincone. La cuestión es que Pedro Sánchez ha vinculado su supervivencia al bloqueo. Lo tiene claro, no quiere ser oposición, y, por supuesto, no quiere que se forme Gobierno... salvo que lo presida el mismo. Eso equivale a salvarse él a costa de cargarse al partido. 

Nadie sabe lo que va a pasar. Las perspectivas son tres: un gobierno del PP con apoyo de Cs y abstención del PSOE. Un gobierno en solitario de PP. Y nuevas elecciones. Sin descartar la posibilidad de un eventual Gobierno del PSOE  con Podemos y los independistas, la alternativa Frankestein como dice Rubalcaba, que resultaría decepcionante para todos menos para Pedro Sánchez dispuesto a ser Presidente de Gobierno pensando únicamente en el margen de maniobra que ofrece el cargo. Y la posibilidad de repartir prebendas cerrando bocas y apaciguando rencores. 

 Independientemente de hipótesis y elucubraciones, la única posibilidad real es un gobierno del PP, según el mandato de los electores, y la investidura de Rajoy. El PSOE sigue siendo necesario, aunque Cs acabe votando por el sí. La falta de un gobierno con plena capacidad legal, algo que no tiene el actual en funciones muy limitadas, exige un acuerdo de gobernabilidad para que España pueda seguir avanzando. Es bueno que haya mesa de negociación, que Rajoy se comprometa con la regeneración, y empiece una negociación programática para llegar a un acuerdo de reformas para poner en marcha este pacto de legislatura. 

Con Pedro Sánchez desaparecido y obstinado en un no sistemático, dirigentes regionales socialistas están protagonizando movimientos para lograr una fórmula que permita al PSOE salir lo más indemne posible del laberinto en que se encuentra perdido. La ausencia de comunicación entre Sánchez y los críticos aumenta la desconfianza. El dialogo del líder socialista con los varones críticos es inexistente y eso, precisamente, es lo que más está contribuyendo a la desconfianza mutua y a la confusión interna. Y a la responsabilidad, pues España necesita decisiones que no admiten más demora. Lo más urgente, la falta de Presupuestos 2017, que afecta a todos los gobiernos regionales: al no conocer el ni techo de gasto tendremos más dificultades para cumplir los compromisos de déficit con Europa.   

Ya no son solo Felipe González y varios exministros quienes han sugerido a Sánchez que renuncie a su empecinamiento y asuma la gravedad de su derrota electoral. Abrieron fuego dirigentes como Joaquín Almunia, Javier Solana a los cuales apoyó Alfredo Pérez Rubalcaba. Ahora se ha sumado otro exsecretario general, José Luis Rodríguez Zapatero que de forma sinuosa ha apelado a una rectificación del PSOE reclamando un debate interno sobre el error de mantener de forma indefinida un bloqueo que perjudica a España, pero también a los propios socialistas. Tampoco la organización le ha dado una salida: todo el mundo sabe que en el momento en que Rajoy logre la investidura los críticos va a ir por el secretario general en el próximo congreso.  

Las continuas cesiones de Pedro Sánchez a Iglesias ha permitido que Podemos campe a sus anchas en los Ayuntamientos más relevantes de España, mermando el rédito electoral del PSOE creciendo de forma alarmante, y los mustra incapaces de reaccionar. Ahí está la clave de lo que pasa en el PSOE: Pedro Sánchez.  Los varones que piden su relevo (Susana Díaz, Javier Fernández, Javier Lambán, Guillermo Fernández Vara, Emiliano García-Page, Ximo Puig...)  no quieren en este momento hacer el trabajo sucio, pero se lo van a poner muy difícil, el secretario general está metiendo al PSOE  en un callejón sin salida. El problema está en que sea demasiado tarde para España, pues esto conduciría, irremediablemente, a unas terceras elecciones.  

elblogdepacobanegas 10 de agosto 2016