NOCHE DE ESTRENO, NOCHE TRIUNFAL

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Categoría: El Baúl de Los Recuerdos
Publicado: Miércoles, 18 Abril 2018 12:26
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NOCHE DE ESTRENO, NOCHE TRIUNFAL

"La doble Historia del doctor Valmy" de Buero Vallejo

Fue una noche verdaderamente memorable. El estreno de “La doble historia del doctor Valmy”, de Antonio Buero Vallejo, en el Teatro Jacinto Benavente, de Madrid, el 29 de enero de 1976, quedará en la historia del teatro español como uno de esos acontecimientos que subliman el recuerdo. Que hacen que uno se sienta orgulloso de haber formado parte de un equipo que ha sido capaz de producir el milagro de la participación colectiva, de alentar sentimientos tan profundos, despertar conciencias dormidas y, sobre todo, de haber estado allí disfrutando de esa ceremonia. Porque ceremonia era ver al público entregado, enardecido, contagiado, gritando y aplaudiendo con entusiasmo y con fervor. ¡Gracias, Buero, por este regalo!, decía alguien desde la platea. ¡Bravo, genial!, se oía entre aplausos atronadores. Varias veces tuvo que subir el telón y repetidas las veces que tuvieron que saludar los actores, autor y director, ante un público entregado que parecía no querer dar fin a una noche tan hermosa.


La prensa se encargó de hacer el resto en días sucesivos. Grandes titulares, espacios insólitos dedicados a críticas y comentarios, todos ellos elogiosos y favorables: “Magnífica noche de teatro, magnífica noche moral” titulaba a doble página la revista Blanco y Negro (7-2-1976).


Honesta, sincera, a ratos estremecedora, excelentemente construida en su estructura dramática, “La doble historia del doctor Valmy”, entra ya, por derecho propio, en las mejores antologías del teatro español contemporáneo. Pedro Altares (Nuevo Diario 31-1-1976).


No hay que extrañar que la representación del estreno fuera seguida con enorme interés y sancionada con el aplauso en todo momento y sazón, aplauso que se hizo estruendoso al final de la obra. Antonio Valencia (Hoja del lunes 2-2-1976).


Hay que agradecer a González Vergel, director que puso al servicio de la exactitud en los caracteres y la precisión en los movimientos, toda su sabiduría, que en un texto que no le ofrecía fáciles ocasiones de lucimiento saltase lleno de vida y de verdad. Adolfo Prego (ABC 31-1-1976).)


El éxito de “La doble historia del doctor Valmy” fue rotundo. Contribuyó a él -Buero lo reconoció en sus palabras- la espléndida dirección de Alberto González Vergel. No descuidó un detalle, ni un matiz. Imprimió un ritmo de naturalidad a los actores vivo y comunicante. Si fuera preciso a estas alturas confirmar su talento de conductor escénico, este montaje bastaría para ello… La interpretación se desarrolló plena de verdad. Julio Núñez no parecía un actor, sino el propio atormentado concebido por Buero Vallejo, colocado descarnadamente entre nosotros. Marisa de Leza fue un prodigio de sensibilidad. Admirable y segura como actriz. De Carmen Carbonell todo elogio resultaría poco en la difícil incorporación de la abuela, personaje tan humano como extraño. Merecen elogio por su justeza, Andrés Mejuto, Carlos Oller, Ana Marzoa, Carmen Guardón, José Albiach, María Abelenda, Guillermo Carmona, José Álvarez, Primitivo Rojas y Santiago Herranz. En resumen: un éxito incontestable. Julio Trenas (Arriba 31-1-1976)

 
   

La doble historia del doctor Valmy” de Antonio Buero Vallejo en el Benavente.

 

El público acudía en masa: colas en taquilla y cartel de no hay localidadesera la tónica. Y así llegamos en olor de multitud a las cien, doscientas, seiscientas, mil representaciones que suponían un éxito rotundo. En vista de que las perspectivas auguraban la posibilidad de varias temporadas en cartel y ante la difusión que este éxito tan rotundo supuso en los medios de comunicación de toda España, se pensó en la posibilidad de una segunda compañía con idénticas características de montaje de obra y un reparto similar, que ofreciera una calidad parecida en cuanto a su puesta en escena y dramatización, para recorrer la geografía nacional en la seguridad de que él éxito nos acompañaría como realmente ocurrió. Dos compañías -una fija en Madrid y otra itinerante-, con todo el artificio que esto acarrea, unos repartos numerosos, además del personal técnico y auxiliar necesario; suponía un riesgo económico que solo el triunfo en Madrid y las expectativas creadas por el carácter de suceso que los medios de comunicación imprimieron, justificaba esta locura escénica que afortunadamente fue gratificante y remunerativa. Una cosa es esperar a agotar en Madrid, capitalizar el mismo coste –decorados, montaje y reparto- en gira por provincias, y otra muy distinta duplicar el gasto y, por tanto, el riesgo con dos compañías idénticas. Porque hay que insistir en que la segunda compañía no tenía nada que desmerecer, no solo en equipamiento técnico -realmente espectacular-, sino en el artístico con un reparto que reunía lo mejor disponible en ese momento en cada papel: Lola Cardona, Francisco Piquer, Maruchi Fresno, Ángel Terrón, José Albiach… y así hasta catorce actores para completar el reparto.

 

“La doble historia del doctor Valmy”.
Segunda compañía simultánea recorriendo la geografía nacional

 

 

 

 

 


Francisco Piquer y Lola Cardona

 

 

 

 

“La doble historia del doctor Valmy

 

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No sería oportuno detallar o describir la totalidad de la gira por provincias por razones de espacio, aunque estoy seguro que supondría una experiencia aleccionadora, pero sí algunos destinos puntuales que destacan por la masiva asistencia del público y por el interés de la crítica. Merecería mención aparte la representación en el Teatro Victoria Eugenia, de San Sebastián y, desde luego, en el Teatro Ayala, de Bilbao, donde el éxito fue tan rotundo como el de Madrid, y no solo se agotaron las localidades durante los días de representación concertados en esa gira, sino que hubo que reajustar la programación para volver durante otros seis días a petición del numeroso público que nuevamente volvió a abarrotar el teatro tras un éxito apoteósico:


Por fin nos ha llegado una obra importante, de verdadero, de auténtico teatro, gracias a un autor -Antonio Buero Vallejo- a quien hemos de considerar como el primero y el mejor dramaturgo español de la actualidad. …Estos días se presenta –lógicamente por dos compañías distintas si bien bajo la misma batuta empresarial y artística- en el madrileño teatro Benavente y en bilbaíno Ayala. Producciones Godelabor de la que es director Francisco Javier Banegas, nos trae la comedia dramática “La doble historia del doctor Valmy” de la mano de Lola Cardona y Francisco Piquer…. Sencilla y eficaz concepción del espacio escénico. Iluminación acertada y fundamental en el desarrollo. Dirección sobresaliente cuidadísima de Alberto González Vergel un gran profesional…Volviendo a los actores, a resaltar la interpretación correcta y ajustada de sus personajes por parte de José Albiach (el comisario Paulus) y de Ángel Terrón (El doctor Valmy); la brillante y ejemplar dicción de Maruchi Fresno, que sigue vocalizando como nadie, y la sobria, natural y meritoria de Lola Cardona y Francisco Piquer. En conjunto un reparto de categoría destacada. P.H.”El Correo Español” (Bilbao. 8-9-1976).


No sé el lugar que “La doble historia del doctor Valmy” ha ocupado en el escalafón de éxitos dramáticos de Antonio Buero Vallejo, lo que sí se puede afirmar es que esta obra ha sido la que más representaciones, más público y más taquilla ha acumulado a lo largo de su prolífica vida, aunque también le haya proporcionado algún disgusto que otro, pues estos éxitos se vieron empañados por amenazas de muerte, posiblemente de algunos descontrolados que lograron crear un clima de inquietud, desasosiego e intranquilidad que no pasaron inadvertidos para cuantos, de alguna manera, compartíamos aquellos momentos de su vida.


Debe ser terrible el estado de ansiedad que produce una situación de este tipo, y la angustia que genera en la persona afectada y en su familia. Es cuando la reflexión se impone, el miedo atenaza, y la sensibilidad agudiza el sentido. Son momentos en los que constantemente la evidencia nos demuestra la fragilidad del sistema, la vileza que nos rodea desgraciadamente; vemos con impotencia, y a veces con demasiada indiferencia, que la vida de una persona vale menos que nada, quizá un recuerdo seguido de un lamento, una tímida repulsa, una indignación momentánea que el tiempo suaviza sin contemplaciones, hasta que todo queda desdibujado, solo permanece alguna cicatriz cercana y muy personal. Está claro que solo lo puede comprender quien lo sufre y sus seres más queridos, nunca se hace lo suficiente para poder evitar que se repita. Y se repite, una y otra vez, el propósito de enmienda se impone, pero nada práctico impide que se vuelva a producir, porque la conciencia colectiva es muy frágil, y la voluntad de los que verdaderamente pueden evitarlo está llena de contradicciones y otros intereses de dudosa justificación.


Hasta tal punto que se planteó la necesidad de ofrecerle un homenaje público, una cena de solidaridad, que tuvo una gran acogida por parte de artistas, intelectuales y amigos del homenajeado. La petición ante el Gobernador Civil de Madrid -requisito imprescindible en aquellos años- sorprendentemente encabezada por mí, seguido por Alberto González Vergel, fue avalada por una interminable lista de personalidades que no solo se adhirieron al homenaje, sino que –muchos de ellos- participaron como oradores.


El acto se celebró el 23 de junio de 1976 en el restaurante El Bosque, de Madrid, al que asistieron más de quinientos participantes. Durante cuatro horas y media –el acto terminó a altas horas de la madrugada- se cumplieron los objetivos propuestos de este primer homenaje público que aceptaba Antonio Buero Vallejo. El escritor y académico recibió la adhesión y solidaridad de cuantos intelectuales intervinieron como oradores: la política y la cultura presidieron las palabras de ofrecimiento de Rafael Flórez, Alberto González Vergel, Aurora Bautista, Marisa de Leza, Andrés Mejuto, Lauro Olmo, Francisco Piquer, Ramón Garciasol, José Monleón, Juan Antonio Bardem, Lorenzo López Sancho, Francisco García Pavón y Fernando Lázaro Carreter…


Se recibieron unos cincuenta telegramas de adhesión, entre otros, de Ruiz Jiménez, Miguel Bilbatua, Sara Montiel, Tina Sainz, Dionisio Ridruejo (hijo), Vidal Beneyto, Alonso Montero, Caballero Bonald, José Luis Alonso, Adolfo Marsillach, José Luis Gómez, Maravall, Aleixandre, Julián Marías, Rosales, Blas de Otero, Laura de los Ríos, Camilo José Cela, y Rafael Alberti, especialmente aplaudido y coreado.


El ateneísta Rafael Flórez –más conocido en el periodismo por el sobrenombre de El alfaqueque- abrió el turno de intervenciones leyendo una carta enviada por Pedro Laín Entralgo, en la que resaltaba como coordenadas de la obra de Buero “la esperanza trágica y la existencia ética”. Alberto González Vergel se refirió a los inicios teatrales de Buero, a la deformación del teatro de la posguerra cuando “desde el corto tramo de una larga escalera abría un doloroso proceso a la realidad española”. El escritor y dramaturgo Lauro Olmo se refirió al tiempo del teatro de Buero como “tiempos duros y difíciles”. Aurora Bautista puso de relieve que “ninguna persona del teatro español se merece con tanto honor y tanta fuerza el homenaje”. Marisa de Leza y Andrés Mejuto, intérpretes de “La doble historia del doctor Valmy”, tuvieron unas palabras de agradecimiento con el autor y pusieron de relieve la importancia de la obra de Buero. Francisco Piquer, en nombre de los actores, condenó las amenazas de los “enemigos de la libertad y de la cultura”.


Los medios de comunicación se hicieron eco con generosidad de esta cena homenaje cuya adhesión congregó a numerosos periodistas. Hubo momentos para todo…Ramón Garciasol, José Monleón y Bardem, resaltaron el valor del testimonio del teatro de Buero relacionándolo con su propia biografía. La intervención del crítico Lorenzo López Sancho fue accidentada, al rechazar sus palabras la mayoría de los asistentes. García Pavón hizo una semblanza del teatro crítico y trágico de Buero. “El porvenir depende de todos nosotros y el verdadero porvenir no será posible si no hemos aprendido del pasado y del presente”, dijo Buero Vallejo. Manifestó que aceptaba el homenaje como un acto cívico “en la libertad y en la dignidad humana”. Recordó una respuesta de Louis Aragon (“con las palabras aprobadas hay que despertar los sentimientos prohibidos”) para resaltar que los autores de teatro han formado “un inmenso frente de libertad”. El dramaturgo leyó un nuevo anónimo recibido ayer, en el que se le amenaza con asesinarle “silenciosamente por la espalda como a los traidores”. Ante estos anónimos Buero dijo que “mi respuesta es, ¡Viva la España democrática del futuro! (Informaciones. 24/6/1976).


Por último, el académico Fernando Lázaro Carreter dijo que Buero “no ha construido un teatro directamente político, porque es un artista y no confunde la escena con la tribuna y, sin embargo, tiene una gran trascendencia política”. El momento más emotivo del acto tuvo lugar cuando Marcelino Camacho y Buero Vallejo se fundieron en un fuerte abrazo que dio lugar a un aplauso prolongado.


No era –supongo- el propósito de los organizadores –y mucho menos el mío- el giro de exaltación política de este acto que nació como un homenaje a su persona y a su obra, principalmente motivado por las amenazas de muerte que reiteradamente le atormentaban coincidiendo con el estreno de “La doble historia del doctor Valmy”, pues el sentido del arte es estar al servicio de la vida y la simpatía acerca a aquellos que comparten lucha política como causa común incluso en el distanciamiento; en el transcurso de la noche se unieron en un mismo propósito política y cultura, ambos conceptos convivieron durante unas horas sin ningún problema.


Con gritos de libertad y amnistía se cerraba el acto que fi nalizó con un “viva la inteligencia, muera la muerte”, pronunciadas por el homenajeado